El cooperante compra el periódico, es del día 14. De las primeras veces que viví en Madrid, mi primo me dijo, en una de esas afirmaciones suyas tan rotundas, no hay nada mas viejo que un periódico del día anterior. Y me lo dijo porque yo había cogido un Informaciones de ayer. Para una persona de provincias, como yo, leer el periódico de Madrid con un día de retraso era lo diario, porque era cuando llegaba. En Kuito leer el periódico con cinco días de retraso, según parece, no está considerado que sea tarde. Es más, incluso nos lo cobraron como si estuviera recién hecho. La verdad es que las noticias que trae son atemporales, que incluso podrían no haber ocurrido. Sigue leyendo
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Dieciocho de febrero. De la pobreza a la miseria
Kuito se hace pequeño para un viajero. Al menos para un viajero como yo, que no soy estudioso de nada y no veo mas que lo que ve una cámara. Claro que me quedan todos los barrios, el viaje a las profundidades, a la manifestación rotunda de todas las desigualdades. Pero ahí no me apetece ir. Ya he visto la pobreza en las aldeas, donde ni bancos tenían para sentarse en las escuelas. Yo creo que ni escuela tenían, pues los dos días que estuve en la aldea de Calenga no hubo clase. La escuela, aquella caseta desangelada, no tuvo a nadie ninguno de los días. Pero a lo mejor le ocurre como a los aviones, que a veces vienen y a veces no. Pero siempre te dicen que hay. Sigue leyendo
Dieciséis de Febrero. Esperando que pase
Diecisiete de febrero. De nuevo en Kuito
No está nada mal eso de llamarle al lunes segunda feira. Es un nombre mucho más positivo. Cuando oyes o dices lunes estás pensando en el primer día de la semana, en el comienzo. E, inevitablemente, en tu interior se está produciendo una alarma. En el subconsciente cuando se oye esa palabra, hay un instante inicial de pavor, de urgencia, de toque de generala. Cada uno a sus puestos! se oye gritar a las neuronas y hay apurones por alcanzar en el menor tiempo posible el puesto de trabajo de los lunes. Porque todos sabemos que en el inicio de algo, al comienzo es cuando mayor energía necesitas para vencer la inercia. Dices lunes y estás diciendo, empezamos. En cambio, cuanto mas relajado es decir segunda feira. Dilo. Ya verás como no sientes ninguna prisa en tu interior. Segunda feira, yo puedo pronunciar estas palabras mil veces y no sentir ninguna inquietud. El segundo siempre es menos agresivo, ha perdido esa condición de punta de lanza, de vanguardia. Sigue leyendo
Quince de febrero de 2014. De mudanza
Este día estuvimos de mudanza, dejamos nuestra casa adosada de bajo y una planta en la avenida principal de Kuito, por una casita de planta baja situada más en el centro, muy cerca de la oficina, del Hospital y del cementerio. Por cierto que me di cuenta ayer, de la proximidad alarmante que hay entre el Hospital y el cementerio. No hay ni cien metros. Sigue leyendo
Catorce de febrero. Adios Kuemba, adios.
Eran los últimos momentos en Kuemba. Me levanté temprano, todavía no había amanecido, serían sobre las cinco y diez de la mañana. Necesitaba el tiempo para recoger todo e ir a dar una última vuelta al rio. El Kuemba me había impresionado. Lo mismo que había sabido convertirse en el centro de la vida de la ciudad, también a mi me ha había seducido. El rio y su entorno, incluida la casa arruinada que domina la ciudad y el valle al que se precipita el Kuemba. Sigue leyendo
Trece de febrero. Por las aldeas de Kuemba
Al tercer día en Kuenba te empiezas a plantear que si no será el resto del mundo el que está aislado. Se está bien. Si no fuera por el capricho del Cooperante de ir a tomar una gaseosa al único sitio que tienen donde sentarse cuando, para llegar, tienes que caminar kilómetro y pico bajo un sol de más treinta grados. Es verdad que es un pueblo en el que no hay nada y el atractivo, además del rio y las cataratas, son los restos de un avión y de un tanque destruidos en la guerra. Pero se está bien. Sigue leyendo
Doce de febrero. Kuemba
En Kuemba todavía no daba el sol cuando salí de casa pero había claridad suficiente como ya estar fuera. Estaba de manga corta y no hacía frio, primera anotación del día. Eran las 5,35 horas. Me pregunté por dónde iba a romper el sol. Sin duda por la derecha, por encima de una loma que estaba más allá de dos palmeras altas que empezaban ya a verse con claridad. A la izquierda, delante de la casa donde dormían técnicos de PIN estaba el conductor que nos había traído revisando el todoterreno, poniéndolo a punto, me imagino, pues hoy al mediodía, aquí a las doce, saldrá para Kuito con las dos mujeres que habían llegado a noche con nosotros. Le grité lo de buenos días y me respondió con un gesto de la mano. Sigue leyendo
Once de febrero. De viaje a Wongo con destino a Kuemba
Mariana vive en una casita edificada en el patio trasero de nuestra casa. Ella es cooperante de PIN, People In Need, y tiene que ir a coordinar unos cursos a Wongo, una localidad, me dicen, que está camino de Kuemba, pero tan solo a una hora de distancia de Kuito. El Cooperante me apunta al viaje para que le haga unas fotos del curso para Rescate Internacional, pues es la que patrocina estas jornadas de formación para el personal de PIN. Quedamos a las siete en la puerta de casa. Sigue leyendo
Diez de febrero. En el mercado de Kuito
Hoy fui al mercado a por avituallamiento, que se decía en el cuartel. Cómo marca haber sido un soldado. No solo te deja el morral lleno de palabras, algunas de poco uso, como avituallamiento, o de menos, como furriel, o de nombres vanos, como Ensaladilla Imperial, sino que también te enseña a valorar el tiempo a cuenta de habértelo hecho perder tanto. Sigue leyendo