
Mi madre, que ya cumplió 96 años, nunca se sometió a una operación de cirugía estética, ni siquiera se inyectó botox, no ha hecho más que darse un maquillaje cada mañana para quitárselo al llegar la noche y alguna que otra crema. Es casi una centenaria, alegre y optimista, que practica un trato exquisito con todo el mundo. Hace unos días, una de sus nietas le puso un espejo de aumento en la mano y al verse gritó espantada: Dios mio! Me estoy deshaciendo y no me decís nada.
La Habana me recuerda a mi madre. También se está deshaciendo; pero sigue seduciendo a todo el mundo.
Seguir leyendo: https://viloriagrandesviajes.com/viaje-a-cuba-de-rodolfo-lueiro-una-adorable-ruina-28-de-marzo-de-2018/