
Una vez leí en algún sitio que los cubanos comen cuando pueden y lo que se les antoja, porque no son muy amigos de distinguir entre comidas. Sin embargo, después he tenido que hacer cola para comer en algunos lugares a los que he ido a la hora que, para mí, era la de comer. Claro que como viven dos millones en La Habana hay siempre unos antojadizos a los que se les ocurre comer a mi hora. Puede ser. No me atrevería a firmar nada después de lo que me sucedió.
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