Quince de febrero de 2014. De mudanza

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Nuestra nueva casa

Este día estuvimos de mudanza, dejamos nuestra casa adosada de bajo y una planta en la avenida principal de Kuito, por una casita de planta baja situada más en el centro, muy cerca de la oficina, del Hospital y del cementerio.  Por cierto que me di cuenta ayer, de la proximidad alarmante que hay entre el Hospital y el cementerio.  No hay ni cien metros.  

 Además en esta nueva casa queda todavía mas patente la economía de guerra que vive este país.  Para ser mas exactos, la economía de postgeurra que vive Angola.  Son tiempos de carencias, tiempos de realquilados.  En la casa anterior de había construido una vivienda en el patio interior.  Pero aquí, por la entrada de carruajes se ha hecho el paso para una nueva casa que se ha levantado en la parte de atrás.  Y en el trozo de jardín que está en el lado opuesto a la antigua entrada de los coches se ha edificado un pequeño galpón que, en la fachada que da a la calle se ha abierto una puerta y una ventana.  La ventana viene a ser el mostrador de un pequeño ultramarinos que comparte la puerta de entrada con una unisex, con ventanas a nuestro jardín, y que viene teniendo un gran éxito entre los habitantes de Kuito.  Pues los domingos no cierra ni al mediodía.

 

la entrada de la peluquería y la ventana/mostrador del súper

la entrada de la peluquería y la ventana/mostrador del súper

Pero tengo que reconocer que el barrio, como la casa,  es mucho más bonito este, es el barrio colonial que aquí podemos ponerle la fecha todavía próxima de los años treinta del siglo XX.  Y me arriesgo mucho al fijar en una década el estilo arquitectónico que domina en Kuito..   Es sencillo y funcional con algún un intento decorativo en los accesos y en los falsos porches.  Lo que más me gusta hoy es la transparencia de sus cierres que permiten al caminante disfrutar de los jardines delanteros de las casas, y la rejas con que protegen las viviendas, casi ni se notan. Os hablaré de esto otro día.

 

El jardín

El jardín

La razón del traslado es puramente económica.  La crisis ha provocado un fuerte recorte en los presupuestos de cooperación.  Y en consecuencias han de ser fuertes los recortes en las ONGs que están pasando en la actualidad un mal momento, lo que repercute, evidentemente, en las delegaciones en los países que eran objeto de la solidaridad.  Por esta razón, nosotros nos hemos venido a vivir a la que se conoce como “A Casa das Meninas”.  Nombre que se le da a la casa de la organización People In Need en el que vivían la directora y otras dos Cooperantes. No os acordáis que hace unos días hubo una fiesta de despedida de una cooperante que se iba para el Congo.  Pues esa es la habitación que pasamos a ocupar nosotros.  De entrada yo he salido ganando, la cama es mas ancha y , por ahora no se le notan los muelles.

 

La puerta de los coches reconvertida

La puerta de los coches reconvertida

Ya veis, la vida de un cooperante es como la de un estudiante pero en África, donde te pueden cortar la luz diez días sin darte explicaciones y en donde para comer te pueden tocar tres patatas cocidas en el transcurso de una jornada de dieciséis horas.  Desde el punto de vista económico no es negocio, y en cuanto a los momentos de ocio esta vida es para cartujos.  Tampoco se come, ya visteis,  y cuando se hace, hay que acostumbrarse para poder decir que está bien.  Ah!  y no hay chocolate.  Lo que mas abunda es uno inglés, que deja mucho que desear, y he visto una vez unas barras de Toblerone en un súper que a veces tiene manzanas.

Nuestra nueva calle

Nuestra nueva calle

Por no hablar de otras carencias que son casi infinitas. Por ejemplo, el  periódico y solo uno, viene cuando hay avión, si hay suerte, dos veces a la semana.  Hoy mismo, fuimos a desayunar al único lugar donde se puede conseguir.  En principio tuvimos suerte, había dos, pero eran los últimos que habíamos leído, tenían 8 y 11 días, respectivamente..

 Lo que sobran son incomodidades, malestares y mosquitos. Aunque de estos últimos he de decir que me pican mucho mas en Meis, aunque aquellos no transmiten más que cierto picor. Desde ayer en que tuve por comida esas tres patatas cocidas arrastro un mal estar de estómago, como un pequeño envenenamiento.  Asunto que me enreda la mayor parte del día.

La fachada que da al jardín

La fachada que da al jardín

 

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