El termómetro debía de rondar los 40 grados en Benguela. Llegamos sobre las doce de la mañana después de seis horas de viaje. A última hora de ayer dos compañeros de el Cooperante decidieron pasar aquí el fin de semana y nos vinimos con ellos. Lástima que se vuelvan mañana. Nosotros lo haremos el martes en autobús, disfrutaremos de unos divertidos transportes públicos.
La primera impresión de Benguela es buena, buenísima, pero imposible desligarla de los casi cien kilómetros de desierto que atravesamos para llegar aquí. Esa última etapa del viaje le sobraba. Fue el tiempo en que empiezas a pensar cuando llegamos? Falta mucho? Todavía no se ve el mar?
Descender desde los 1.600 metros de altitud hasta la orilla del mar te hace recorrer tres paisajes diferentes. El de los quinientos metros es espectacular. La altura la calculo yo a ojo. Pero si quereis exactitud es el paisaje que está entre el de Kuito y el desierto de Benguela. Lo veréis. Las montañas que son como una roca inmensa, se van salpicando por el paisaje y resultan espectaculares. Poco después antes de entrar en el desierto vuelven a aparecer los Boabab, esos árboles que parece que nos hacen gestos como si quisieran hablarnos.
Por supuesto que hice muchas fotos del viaje, pero se me pasaron dos. Un tanque despanzurrado que estaba junto a la carreta, que lo habrán dejado ahí como recuerdo de la guerra y la del edificio que centralizaba las operaciones para retirar las minas de los campos que cruzábamos. Pero cogí una, veremos si no está movida, la del bar que se llama Sombra de la Paz. Me pareció genial para disfrutar bebiendo algo. Por supuesto que no paramos, no hay mas que ver la foto para entender las razones.
Benguela es como Kuito pero en grande, con mar y con una temperatura de un agosto caliente. Parece una ciudad preciosa. Y en donde, como Kuito o Luanda, resulta imposible entenderse a la primera. Todo el mundo nos dijo que la playa estaba fuera de la ciudad, hacia el sur. Menos el del hotel que nos dijo que estaba a un centenar de metros. El del hotel, que en seguida os hablo de él, no nos engañó. Tres hileras de casas mas allá está el mar y una playa que puede medir unos tres o cuatro kilómetros. Pero una playa ante la que tienes dudas.
Donde se puede comer? Dónde está la playa? El de recepción, que lleva también las inscripciones para la academia de inglés, nos indicó con la soltura del que está habituado a responder a preguntas complicadas. Cogen la de la izquierda y al llegar a la plaza con una iglesia blanca, tiran para la derecha y por allí ya ven un restaurante y si siguen todo recto ya ven la playa y otros restaurantes. La iglesia sí la encontramos. Lo demás nos lo buscamos recordando por donde habíamos visto que quedaba el mar cuando entramos en la ciudad. Pero había playa cerca y sitios donde comer.
Aquí es verano pero es inútil que busquéis turistas o veraneantes. No los hay, ni los hubo nunca. No saben que esas clase de gente existe. Lo que hay es para uso de los residentes habituales. Y creo que debieron de construirlo, como toda angola, hace tiempo y se olvidaron de reservar un poco de dinero cada año para su mantenimiento. Salvo las dos o tres casas espectaculares, que no retrato ( y menos yendo con El Cooperante) porque están protegidas por media docena de policías y otra media de militares, lo demás está muy deteriorado. La playa la limpian, la rastrillan a mano y creo que podréis ver, no estoy seguro, las bolsas con la basura al pie del murito que separa la acera de la playa. Y el mar que es verde esmeralda antes de hacerse oscuro, está todo barroso en los primeros metros. Además en la playa solo hay niños, algunos desnudos, y niñas, algunas bañándose casi vestidas. AH también había seis chinos que llevaban unos trajes de baño de los años sesenta.
Las duda que se me plantea ante esta playa y ante estos bañistas es, si no estará contaminada por los desagües de la ciudad y en ella se bañan los que no pueden ir a chapuzarse a las del sur que son de las que hablan los cooperantes?
El Hotel? Una estafa. Pagamos 90 dólares, 9.000kwanzas, por una habitación sin ventanas con dos camas, una doble con mosquitera y otra sencilla sin nada, y con un cuarto de baño que, como todos los del hotel, tiene un wc que no admite que se depositen papeles en él. Le dijimos que era una estafa, que si no tenían otra habitación y el de la recepción nos dijo que no. Pero la señora de la limpieza intervino para decirle que la número no se que estaba libre. No la mató, pero le dijode muy malas maneras que esa ya estaba ocupada. Mas tarde me vi con la de la limpieza que en ese momento llevaba una niña atada a la espalda. Le hice una carantoña y le dije que yo tenía cuatro nietos. Y sin reprimirse me preguntó directamente cuantos años tenía. Se los dije y quedó sorprendida de que se pudiera llegar a cumplir tantos. Hay que fastidiarse.El otro día en Chesindo, en ese mercado grande y populoso que hay a las afueras de Kuito, le hice una fotografía al hombre mas viejo que vi en Angola. Y juraría que era mayor que yo. Por lo menos llevaba bastón. Si la localizo os la cuelgo.
El calor nos cogió por sorpresa y cuando estábamos buscando un restaurante por las inmediaciones de la playa nos sentimos muy sudorosos y agotados. Paramos en uno, pedimos una cerveza y nos fuimos porque nos pareció que allí no se detenía nadie a comer. Al final optamos por el que tenía el árbol más grande y la sombra más protectora. No se si acertamos pero nos sirvieron con muchísimo retraso un buen lenguado. También nos pusieron unos camarones, pero al tercero empecé a considerar las posibilidades de sufrir una intoxicación. Los habían sacado del congelador sin tiempo para descongelarse. Ya se que ese no era un pronlema mas que de calidad de servicio, pero es que eso me dio pié para pensar cuantas veces los habían congelado antes? Yolos dejé al cuarto, El Cooperante todavía comió una docena. Los dejó cuando se tropezó con uno que era puro hielo.
Nos volvimos para el hotel aprovechando todas las sombras que había por las calles. A las tres y media habíamos quedado con el Cooperante español que vive aquí. Y en esa estamos. Yo aprovechando este tiempo de espera para ir escribiendo lo del día. Creo que vamos a salir del hotel con el traje de baño puesto. El calor aprieta. Que gusto!
Nos bañamos!! Fue en la Praia de Caotiña. Calculo que a unos veinte kilómetros al sur de Benguela., mucho antes de llegar a Bahía Farta. Lo mejor es que el agua estaba maravillosa. Exactamente día de calor y agua extraordinaria, nada más. La playa estaba demasiado sucia. A la gente de aquí, chinos incluidos, veréis las fotos, no les preocupa mucho que la playa esté llena de bolsas de plástico, cristales rotos y de latas de bebidas de todas las marcas. Pero a mi si. Para colmo el lugar estaba lleno de casitas de fin de semana de los ricos de Benguela, según me dijo uno de los guardas. Eran de mala construcción y mas bien feas. Salvo una en la que me pude colar y hacer algunas fotos. Tenía una especie de palloza junto a la orilla con una terraza muy amplia y un paseíllo que se adentraba en el mar y desde el que te podías tirar de cabeza. Por la cantidad de mesas, de sillas y de frigoríficos que tenía por allí, debe de tener muchos amigos el dueño de la casa.
Más datos sobre el lugar. Si me sueltan con los ojos cerrados en las inmediaciones de Benguela yo diría que estoy en Almería y si el lugar que eligen es en la proximidades de Caotiña apostaría a que estaba en Cabo de Gata. De entrada, después viendo el destroce urbanístico y la porquería ya estaría seguro que no estaba en el Cabo de Gata.
Eso por lo que respecta a Caotiña, que es un promontorio que han asaltado los de los fines de semana y lo han destrozado. Una pena porque está en un lugar muy bonito, al final de una playa larga en la que se asientan los parroquianos de San Andrés de Caota y unos astilleros, Las calles son de tierra y las casas no dejan de ser chabolas que carecen incluso de luz eléctrica pero lo que me llamó la atención es que hay cerdos por todas partes y de todos los tamaños. Hay que circular con cuidado de no atropellarlos.
Es verdad que en Caota hay porquería, hay pobreza y hay miseria pero no tiene nada que ver con lo visto en Caotiña. Que horror! Allí nos llevó el cooperante que vive en Benguela. Al final no vino solo. Vino con su chica, una angolana, y con su compañero de piso, otro cooperante también español. Fue él quien nos llevó a Caotiña porque él iba a hacer pesca submarina. Y de hecho pescó tres peces tipo dorada que nos vamos a cenar dentro de una hora en su casa.
Cenamos en la terraza de su piso, una terraza amplia que daba a los tejados de uralita de las casas vecinas. un poco mas lejos nos vigilaba un edificio de siete plantas. Cenamos sardinas y los peces gordos parecidos a doaradas asados allí mismo en la terraza. Las sardinas muy secas, sequísimas y los peces gordos mucho mejor. Nos volvimos a casa tarde pero la impresión es que Benguela es una ciudad preciosa.
Fantástico viaje, y muy buena la descripción. Es como estar contigo haciéndolo. Una cosa no entendí: donde están los chinos y que hacen allí?
Abrazos
MR
Q maravilla, un paseo en camiseta y chanclas!!
Me ha encantado la terraza del «angolano» con muchos amigos!!
Hazte con un rastrillo y arreglas tu parcelade playa. Te acuerdas cuando rastrillabais las algas de la playa delante de casa? Nos veo pasando ahí el verano todos…. tus CINCO nietos tb! 😉