En el jardín de Fonseca

Hoy me detuve a detallar la lista de las cosas que tengo que llevarme.  Pensareis que no es sin tiempo que todavía faltan veinte días.  Pero es que los últimos quince pasan volando.  Pendiente todavía tengo una dosis de vacuna (día 20) y conseguir el visado, del que no voy a tener noticia hasta el viernes, día 10. Y según me decía el de la ventanilla de la embajada tengo que ir personalmente a recogerlo, cosa que no me creo pero que, como ante tantas otras cosas que no me creo, puse cara de aceptar con resignación, que es una cara que no siempre entiende el que tienes delante, que, por lo general, solo sabe leer muecas exageradas como las que hacen las mujeres que discuten sobre su propia vida en los programas de Telecinco. Son muecas exageradas frunciendo los labios o retorciéndolos, o abriendo espectacularmente los ojos y la boca y, en ocasiones, acompañándose de gestos y espavientos bruscos. Groserías, vulgaridades

Ahora tendría que detenerme en explicaros cual es la cara de aceptar con resignación. Pues es la que refleja mansedumbre.  Hay quien utiliza una imagen muy manida, cara de cordero degollado.   Pero esa expresión no acaba de orientarme pues cuando la oigo no dejo de imaginarme al cordero con el tajo en el cuello por donde mana sangre en abundancia y me resulta imposible ver a nadie con esa expresión.  Pero paso de profundizar en este asunto, no quiero que me abandonéis querido lector.  (Creo que solamente tengo uno, M. L-R.  Lo del plural es por magnificarlo)

Volviendo al equipaje, además, este año he decidido dejar la maleta en casa y manejarme con dos mochilas.  La del ordenador y la cámara, que es acolchada y que llevaré en el avión como equipaje de mano y la grande de la espalda en donde tengo que acomodar todas las mudas, una par de zapatos de repuesto, unas zapatillas, una almohada y la sábana además de los calzoncillos, calcetines, camisetas, alguna camisa y algún jersey.  Ah! Y la bolsa de aseo y la de las medicinas.  La bolsa de las medicinas es tan fundamental como las zapatillas.  Sin zapatillas de andar por casa soy hombre enfermo.  Como Aquiles, pensareis.

Hoy fue la cabalgata.  Roque estuvo más pendiente de los caramelos que de los Reyes Magos y total los caramelos quedaron tirados por casa.  En los próximos días irán apareciendo caramelos como si fueran malas hierbas, como las marañas de polvo que siempre aparecen y que cuando las veo corriendo por el pasillo, movidas por la corriente que se crea al abrir una puerta o una ventana, siempre pienso en esas autopistas americanas que atraviesan desiertos y en donde la presencia de marañas descontroladas de hierbajos, dan una imagen de soledad y desolación absolutas. Por mucha limpieza que practiques siempre te sorprenderá el motín de las motas de polvo. Y sus correrías por los pasillos dejando en evidencia tu falta de diligencia.  Creo que deciden juntarse en asambleas clandestinas que celebran debajo de las camas, de los sillones o en cualquier rincón a desmano, donde le da pereza entrar a la escoba y a la aspiradora.  Pues los caramelos utilizan la misma táctica.  Van apareciendo de uno en uno o de dos en dos a lo largo de semanas.  Parece que utilizaran la misma estrategia que las motas de polvo.  Pues tardas en acabar con ellos.   Ignoro por qué los niños los recogen con tanto entusiasmo y los desprecian tan enseguida.  Será por lo poco que les costó conseguirlos.  Ya veis, yo que procuro distanciarme tanto de lo vulgar, de lo previsible, acabo haciendo el razonamiento mas convencional, quizá porque es lo que corresponde con una celebración tan tradicional, tan española, como la cabalgata.  Que por cierto! Es el acontecimiento, de los programados y de los no programados anualmente, que a mas gente moviliza.  Y lo es desde hace muchos años.  Y eso que cada vez hay menos niños entre nosotros, abocados como estamos los gallegos a la extinción. Sin duda una medida,sabia  ¿? de la naturaleza para salvarse.

Mañana será el Día de Reyes y se prevé que siga lloviendo.