Ayer dejamos lista la puesta en marcha de la ONG AC, por ahora solo me atrevo a adelantar lo que parece que van a ser sus siglas. Nos vimos en el Casino. Hoy no es mas que una cafetería, pero fue durante más de cien años la sede del casino de Santiago. Una sociedad en la que la admisión de socios se sometía a votación secreta. Cada uno de los miembros de la directiva votaba a favor o en contra de los aspirantes a socios depositando una bola blanca o negra según estuviera a favor o en contra de su ingreso en la sociedad. Si aparecía una sola bola negra el aspirante era rechazado, arrastrando el desprestigio de no haber sido aceptado en el seno de la entidad que acogía a lo mas respetado de la sociedad santiaguesa. El salón de aquel casino es hoy una cafetería frecuentada, sobre todo, por turistas peregrinos. Es posible que la mutación se haya producido hace ya diez años. Pero a mi me parece un local mal ventilado donde todavía se puede respirar aquel aire viciado y decadente. Y en los sillones de los ventanales, si se mira con detenimiento, todavía se alcanza a ver como se van desecando los últimos socios. Y si prestas oído a ese fru-fru que parece venir del fondo donde está la barra, no te será difícil distinguir el roce con el mobiliario del alma en pena de algún socio que anda vagando por los salones en busca de alguna redención. De aquel Santiago apenas queda nada, un registrador que se empeña en llegar a centenario y alguna viuda que jamás pisó la sociedad de su marido. Bueno, quizá de aquel Santiago quede todavía el cabildo de la catedral, ya en precipitada descomposición tras el serial del robo del Códice Calixtino, ese manuscrito iluminado de mediados del siglo XII que, por venganza y celos, se había llevado para su casa el electricista de la catedral. Menuda historia. Algo debía de saber Camilo José Cela de lo que sucedía en la basílica santiaguesa, pues decía que lo que a él le hubiera gustado era ser canónigo de esa catedral. Siempre truculento Don Camilo.
Pues en el casino nos vimos y a pesar de los aires cansados, de los frus-frus fantasmales y del rancio ambiente que se desprende de la decoración de ebanistería, avanzamos en la constitución de la ONG. Y como solo en mi genera esa tensión el vetusto local, la ONG salió sin rastro de mal y con la clara misión de arreglar el mundo. Sus objetivos son lo suficientemente amplios para no dejar fuera a nadie que quiera cooperar en la mejora de la convivencia social y el desarrollo de los países que luchan contra la pobreza. Esperemos que en su nombre podamos firmar nuestro primer acuerdo de cooperación en Kuito, en Angola, con una pequeña organización que se dedica al desarrollo agrario. Y en poco tiempo podamos presentar la documentación para su legalización.
En estas fechas el tiempo se pasa mientras te vas enredando en hacer recados y cuidar niños, un coñazo que asumes con la misma disciplina con que asumiste de niño los mandados de los mayores, de mala gana.
En Santiago las facultades están cerradas por orden del rector y la ciudad se ha quedado mas desierta que en otras navidades. En nombre de la crisis económica se ha paralizado toda la actividad en los campus de la Universidad de Santiago. Todo el mundo inactivo, de vacaciones obligatorias pero sin que se le descuente ningún día. El tiempo de las vacaciones anuales se mantiene inalterable. Se han detenido todas las gestiones, todas las investigaciones. Es la crisis. Ignoro si en la guerra del 36 se llegó a este extremo.