No esperaré al lunes. En estos días de navidad, la burocracia deja de ser rígida. El papeleo y las formalidades se hacen de polvorón. Y todo va más lento y pastoso, los cálculos se hacen imprevisibles. Así, mañana, domingo, me cojo el tren del mediodía y el lunes a primera hora me presento en la embajada con todos los requisitos que me piden. Me queda pagar las tasas en el banco que señalan. Espero que me de tiempo de coger el tren de las 12.20 en Chamartín para volverme a casa. El regreso es un poco latoso, las cinco horas y media de la ida se convierten en casi ocho a la vuelta. Hora y media de espera para el transbordo en Ourense.
Me voy a Angola con los prejuicios que la vida me ha ido fijando y con tres datos que he adquirido leyendo algunos blogs en internet. País colonizado por los portugueses en el XV e , independiente desde 1975. En guerra civil desde entonces hasta el año 2002. El partido hoy en el gobierno fue el triunfador de la primera guerra civil y recibió el país de manos de Portugal. Lo logró con la ayuda de Cuba y hoy, después de haber obtenido la mayoría absoluta en las elecciones mas o menos democráticas se sitúa en el área de la influencia de EE.UU.
Durante siglos Angola fue tan solo un puerto en el mapa, allí embarcaban los esclavos que los funcionarios portugueses compraban a los reyezuelos del interior. Si la Habana es Cadiz con más negritos, Río es Luanda con mas salero. De Angola partían los esclavos para Brasil hasta que se acabó el negocio y deviene un tiempo muerto hasta la aparición de petróleo. Precisamente el petróleo, la principal fuente de riqueza del país, es la causa de al última violencia que todavía padecen los angoleños. En la provincia de Cabinda, donde están los pozos, el FLEC (Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda) ahora dividido en mil grupúsculos, mantiene una tensión que va a menos.
Angola ha sobrevivido a dos guerras casi consecutivas, que la han devastado durante más de cuarenta años: la de independencia contra Portugal, en la que se luchó ferozmente entre 1961 y 1975, y que aglutinó a los militares contra la dictadura y a protagonizar el levantamiento del 25 de abril, la Revolución de Los Claves, y su «secuela», la guerra civil derivada de la independencia, que se extendió hasta 2002. Sufrió el conflicto más largo del continente africano. Por lo que me dicen, en las fachadas de las casas están todavía las huellas de la guerra. Ignoro si la población mantiene enemistades en pie o si las heridas ya cicatrizaron. Lo de Cabinda es otra cosa, allí las discrepancias van para largo. Allí el conflicto es peliagudo. Solo el 10% de la población habla portugués, el resto, esa inmensa mayoría, está bajo la influencia francófona procedente del Congo. El último gesto del gobierno para acabar con el conflicto fue la decisión de invertir en la provincia el diez por ciento de los beneficios que deja el petróleo. Pero el asunto es mas complejo. E n Cabinda coinciden los intereses contrapuestos de EE.UU., Francia y China.
Pero para acabar, hoy en día Angola tiene una economía que se encuentra en el desorden debido a a las guerras. A pesar de sus recursos naturales abundantes, petróleo y diamantes, su ingreso per cápita está entre los más bajos del mundo. Y, oh! Paradoja, su capital, Luanda es la mas cara del mundo. Ya os contaré algo de Luanda, pero otro día.