A las diez quedé libre. En algo menos de una hora dejé entregados los papeles para el visado de entrada en Angola. Ahora toca esperar. Hasta después de Reyes no sabré nada.
En una cervecería de Velázquez esquina Diego de León pasé el tiempo. Con dos horas libres no me atreví nada mas que a esperar la hora. Madrid es demasiado grande para que en 120 minutos puedas hacer algo. No estaba lejos de la casa museo de Sorolla pero preferí no arriesgarme. La visité hace un año por primera vez y me resultó extraña su supervivencia en el tiempo y en el centro de esta ciudad tan grande. Me pareció que todavía guardaba el encanto de estar a las afueras y haber sido el taller y la vivienda de Sorolla. En ella no es difícil imaginárselo trabajando o recibiendo a sus clientes para mostrarle lo último que había pintado, incluso se presentía la figura de su mujer observando el estudio desde el ventanal que se abre en las escaleras interiores de la casa. Ni es difícil imaginarse a la familia alrededor de la mesa del comedor familiar u ocupando cualquiera de los muchos espacios que parecen mantenerse tal cual distribuidos por toda la casa. Por cierto la casa que se construyó en Cercedilla y en la que murió en el mes de agosto de 1923, la compró, años mas tarde, como “casa en la sierra”, un médico padronés, casado con una santiaguesa, que tenía consulta abierta en Madrid. Allí me aburrí yo alguna tarde y no percibí presencia alguna de Sorolla. El de Padrón la había espantado.
Sorolla es el pintor impresionista de la luz reverberante. En Villagarcía recuerdan su visita y su alabanza a la luminosidad de la ciudad. Ahora ya es menor. La nefasta gestión urbanística que han hecho todos los alcaldes después de Rey Daviña han destrozado la que pudiera haber sido la ciudad más bonita de España. No hay nada más que ver el enclave en que está ubicada. Desde que optaron por el relleno no han hecho más que empeorar lo que había.
A principios del siglo XX se pretendieron que los reyes de España fijaran en esta ciudad su residencia de verano. Ahora no se le ocurriría a nadie ofrecer la ciudad como lugar de descanso, ya no a los reyes, ni siquiera a ese señor parado al que le acaba de tocar el gordo de la lotería. Hoy Villagarcía no es más que un mal barrio de una ciudad de la que ya ni se recuerda el nombre. Y el mar es allí una cosa que está al otro lado de las obras del puerto. Para lo que da Sorolla!!
Al final opté por llamar a un amigo. Tomaríamos un café de media hora. Su blog me acompleja. Tan culto, tan inteligente, tan agudo. Os lo aconsejo. Creo que es http://elventalledecedros.blog.com. sino es esa la dirección buscadlo por ahí porque en el secreto de ese verso de San Juan de la Cruz está el blog. Muy recomendable.
En el tren me tocó al lado de un chico joven, entre los 17 y los 22 años, con cara muy aniñada, que venía a Zamora a ver a su novia. Vengo a pasar las fiestas a su casa, me dijo encantado. Ante las alabanzas del paisaje que le hice me dijo que era de Castellón y que no había visto mas mundo. Después fue afinando y acabó confesándome que era de un pueblo de doce vecinos que distaba treinta y tantos kilómetros de la ciudad. Como una aldea, me dijo. Y no hay nadie más cerca? le pregunté. Si, hay dos pueblos pequeños, uno a ocho kilómetros y otro a 13. No se si lo conoce, me dijo. Seguro que no, pensé, se me había olvidado que existía Castellón. Me dijo el nombre de su pueblo, que era un nombre muy largo de tres palabras y del que solo recuerdo la “de” del medio. No, no lo conozco. Es que es muy pequeño, me disculpó.
Estudia informática, FP, y si después ve que le gusta piensa seguir en la universidad. Muy bien, le animé. Y no pude resistirme a que me aclarase como tenía una novia en Zamora sin haber salido de Castellón, salvo a Inglaterra. Nos conocimos por internet, jugando. Ya ve que los juegos no son una cosa tan mala. Ya, le dije. Y te vienes a pasar las fiestas a casa de su familia? Si, si. Ella ya estuvo estudiando informática conmigo en Castellón. Pero por asuntos familiares se tuvo que volver para Zamora. Tampoco le gustaba mucho la informática, lo de ella es mas la pintura. Ya le dije que le podía enseñar algo de diseño en 3D y podía vender algo por internet. Pero por ahora no le interesa. Y de repente! Se calló, me cogió del brazo y me preguntó con gran preocupación, se encuentra bien? Estuve a punto de decirle que esa pregunta no se le hace a nadie, salvo que se quiera que se ponga verdaderamente mal. Pero l e dije, lo mas amablemente que pude, que estaba bien, que había sido un simple estremecimiento, un escalofrío. Y miré para el otro lado del pasillo, no quise ver si aceptaba o no mi respuesta. No quise arriesgarme a verle hacer una mueca de incredulidad
En los dos asientos del otro lado del pasillo una chica también joven trataba de dormir envuelta en una manta roja. Había llegado de Méjico esta misma mañana. Ahora, acababa de decirle a una amiga que le había llamado al móvil, son para mi las seis de la mañana. Pensé en llamarte para que nos viésemos pero conseguí adelantar el tren y… Además creí que ya te habrías ido a Chile… Oh! Que pena! Pues a ver si nos vemos a la vuelta. Ahora yo me voy a mi Orense y después quiero ir a Hamburgo a ver a Ludvig y después quedarme un tiempo en Alemania. Bueno, me salió una oferta de directora pero la rechacé, no m,e parecía oportuno. Ahora estoy pendiente de un puesto con el grupo Paladium. Si, es un grupo de uno que fue dipùtado del PP, que es de Baleares, muy importante… Pues es de La Coruña y voy a ver si lo veo estos días. Es un puesto genial, ya me hizo una entrevista y me quiere con él. Si, si. Pues cunado vuelvas de Chile me llamas.
Volví a hablarle brevemente al de Castellón que estaba liado con un juego en una consola. Mejor dicho, estaba yo intentando llamar por mi teléfono y oí que me decía, aquí no hay cobertura. Y en eso que apareció el del carrito con la bebida y llegamos a Zamora.
Pasado Zamora me fui hasta el vagón dela cafetería, zarandeándome y dándome golpes con todas las rodillas, pies y cabezas que asomaban por el pasillo. Perdón, perdón, perdón, Aag! Jo! Ah! Uag! Dios! Perdón, Perdón…
Me tomé un asqueroso bocata de salmón sin salmón y una pasta de un queso pegajoso y algo así como alcaparras hasta que llegamos a Puebla de Sanabria que desde la estación parece un pueblo anclado en la Edad Media.
En Orense me bajo para hacer transbordo y cuelgo estas palabras en el blog.
Como ya sabras, un pariente tuyo fue discipulo asiduo de Sorolla.
Yo estuve visitándola el año pasado, tiene su encanto.
Javier: mil gracias por la cita y los comentarios. Un honor viniendo de ti.